domingo, 12 de febrero de 2017

Las Falacias Y Su Clasificacion



En lógica, una falacia del latín: fallacia, ‘engaño’.Es un argumento o un postulado que parece válido, pero no lo es. Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia.
Muchos autores resaltan que un razonamiento falaz no necesariamente posee una conclusión falsa; así como un razonamiento correcto o válido no necesariamente tiene una conclusión verdadera. Los razonamientos falaces no son "falaces" por llegar a una conclusión falsa, sino por un error en su procedimiento. Podría decirse que una falacia es un razonamiento en que la conclusión no se deriva estrictamente de las premisas, aunque parece hacerlo 
LAS FALACIAS Y SUS TIPOS
Las falacias o falsas argumentaciones son errores que infringen las reglas del buen comportamiento del acto argumentativo; se trata de inferencias que no son válidas, pero que cuya forma recuerda a las de las argumentaciones válidas.
Son argumentos que no tienen relación con las tesis puestas en discusión y se los utiliza en las argumentaciones cotidianas: insultar a alguien, amenazarlo, tratarlo de incompetente; pueden servir, además, para obligar al interlocutor a aceptar la validez de una tesis inconsistente.
Algunas falacias afectan al aspecto lingüístico propiamente tal, como ambigüedad, incomprensibilidad de los enunciados, ausencia de significados tras enunciados aparentemente significativos; otras se basan en la manipulación de los hechos.

REGLAS PARA UNA ARGUMENTACIÓN IDEAL

Según Lo Cascio, Van Eemeren y Grootendorst postulan una tipología de las falacias, presentándolas como infracciones a ciertas reglas en las que debe basarse toda buena argumentación. Según estos autores, es importante considerar estas prescripciones de comportamiento argumentativo correcto para así poder valorar la estructura y validez de los argumentos.

LAS DIEZ REGLAS CONSIDERADAS POR ESTOS AUTORES SON LAS SIGUIENTES:
1. Las partes involucradas en la disputa no deben crearse impedimentos recíprocamente.
2. Una persona que expresa una opinión debe estar dispuesta a defenderla si se lo piden.
3. Un ataque a una argumentación debe centrarse en la tesis que ha anunciado el protagonista, sin desviar el discurso, sin presentar la tesis de forma diferente y sin actuar de forma que se le atribuya al antagonista una tesis diferente de la que sostiene.
4. Una tesis debe defenderse solo con argumentos relacionados con ella y que no tengan imbricaciones con otra.
5. Una persona debe aceptar las consecuencias y la existencia de las premisas que deja implícitas y, en consecuencia, debe aceptar que se le ataque en terreno de éstas.
6. Una tesis puede considerarse defendida de forma adecuada si se basa en argumentos pertenecientes a un punto de partida común.
7. Una tesis puede considerarse defendida de forma adecuada si la defensa se desarrolla con el uso de argumentos que reflejan y respetan la praxis y el esquema argumentativo comúnmente aceptados.
8. Los argumentos usados en una discusión deben ser o haberse vuelto válidos, haciendo explícitas algunas de las premisas que quedaban implícitas.
9. Una defensa perdedora debe tener como consecuencia que el sujeto argumentante acepte cambiar su posición, mientras que una defensa vencedora debe tener por consecuencia que el antagonista cambie su posición y retire sus dudas sobre la tesis defendida por el sujeto argumentante.
10. La formulación de la tesis, de las posiciones recíprocas y de los argumentos debe ser lo más clara y comprensible posible.
EJEMPLOS DE RAZONAMIENTOS FALACES
Para crear un razonamiento válido se parte de una serie de premisas para, mediante mecanismos válidos, llegar a una conclusión.
Un ejemplo de falacia es este:
  1. Premisa 1: Los perros son bonitos.
  2. Premisa 2: Doggy es bonito.
  3. Conclusión: Doggy es un perro.
De las premisas dadas no se puede obtener la conclusión obtenida, pero es persuasivo ya que tiene forma de razonamiento correcto: parte de premisas para establecer una conclusión.
La habilidad para crear falacias es importante para que psicológicamente sean más persuasivas.
El siguiente ejemplo es el mismo que el anterior, pero cambiando simplemente un elemento deja de ser tan persuasivo.
  1. Premisa 1: Los perros son bonitos.
  2. Premisa 2: El Everest es bonito.
  3. Conclusión: El Everest es un perro.
Se ha de reseñar que una falacia no es tal porque la conclusión sea falsa, si no porque el razonamiento es erróneo.
La conclusión puede llegar a ser cierta de manera casual. En este caso podría coincidir que hubiese un perro al que llamasen Doggy o El Everest.
Aún acertando la conclusión seguiría siendo una falacia ya que no depende de la conclusión, si no del razonamiento en si mismo.
Considérese ahora la siguiente variante humorística de la falacia de la ambigüedad:
  1. Una hamburguesa es mejor que nada.
  2. Nada es mejor que la felicidad eterna.
  3. Por tanto, una hamburguesa es mejor que la felicidad eterna.
Pocos razonamientos falaces son tan claros como el ejemplo anterior. Muchos de ellos involucran causalidad, que no es una parte de la lógica formal. Otras utilizan estratagemas psicológicas como el uso de relaciones de poder entre el orador y el interlocutor, llamamientos al patriotismo, la moralidad o el ego para establecer las premisas intermedias (explícitas o implícitas) necesarias para el razonamiento. De hecho, las falacias se encuentran muy a menudo en presunciones no formuladas o premisas implícitas que no son siempre obvias a primera vista.

FALACIAS EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA POLÍTICA

Las falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de comunicación y en política. Cuando un político le dice a otro «No tienes la autoridad moral para decir X», puede estar queriendo decir dos cosas:
  • Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal o falacia ad hominem, esto es, afirmar que X es falsa atacando a la persona que la afirmó, en lugar de dirigirse a la veracidad de X.
  • No ocuparse de la validez de X, sino hacer una crítica moral al interlocutor (y de hecho es posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este último caso, la falacia consiste en evadir el tema, dando sólo una opinión, no relevante, sobre la moralidad del otro.
Es difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.
Otro ejemplo, muy extendido es el recurso al Argumentum ad verecundiam o falacia de la autoridad. Un ejemplo clásico es el Ipse dixit («Él mismo lo dijo») utilizado a lo largo de la edad media para referirse a Aristóteles. Un ejemplo más moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que deberías comprar/usar/apoyar sólo porque tu famoso favorito lo hace.

Una referencia a una autoridad siempre es una falacia lógica, aunque puede ser un argumento racional si, por ejemplo, es una referencia a un experto en el área mencionada. En este caso, este experto debe reconocerse como tal y ambas partes deben estar de acuerdo que su testimonio es adecuado a las circunstancias. Esta forma de argumentación es común en ambientes legales.

Otra falacia muy usada en entornos políticos es el Argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Esta falacia es una variedad de la falacia ad verecundiam: consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto.